septiembre 23, 2009

Carta para Sole: la inédita historia de mi tía Hanka

Queridísima Sole:

Vieras qué profundo me llegó tu carta sobre la vida judía de Berlín. Hay muchas razones, no siendo la de menor importancia que en los últimos meses he sentido un preocupante incremento del antisemitismo en el mundo y, lo que es peor, una marcada indiferencia de la mayoría de la gente hacia las más claras y odiosas expresiones antisemitas. Son cada vez menos las veces que se encuentra uno con un escrito que transpira tanta tolerancia y respeto como el tuyo, y aunque no me sorprende viniendo de vos, porque te conozco bien, tengo que agradecértelo con todo mi corazón.

Es increíble – e inaceptable – que tan solo 70 años después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, se haya vuelto aceptable negar la existencia o minimizar la magnitud del Holocausto. Es inaceptable que tan poco tiempo después, en manifestaciones en contra de las políticas del Estado de Israel la gente en Occidente pida abiertamente la desaparición de Israel y/o la aniquilación de todos los judíos del mundo. Cada vez quedan menos sobrevivientes de la barbarie nazi, testigos oculares y víctimas de la maquinaria asesina de Hitler. ¿Qué va a pasar en 15 años cuando todos los sobrevivientes hayan muerto y los negacionistas continúen difundiendo su evangelio del odio?

Es que para mi, Sole, el asunto es personal. Yo te he contado que de los once hermanos de mi abuela paterna solo sobrevivieron cuatro. También te he contado cómo, 60 años después del Holocausto, hemos tenido la suerte de encontrar descendientes de uno de los siete (de nueve) hermanos de mi abuelo paterno con quienes perdió el contacto durante la Guerra. Una de esas historias la he contado, en forma de cuento, aquí, pero no es cuento . La historia que nunca te he contado, ni a vos ni a nadie afuera del círculo familiar, es la de la hermana de mi abuelo materno.

Hace unos años, cuando dedicaba mi tiempo libre a investigar la genealogía de mi familia, murió en Israel Jana Gutensztein, prima hermana de mi mamá. Resulta que después de la Guerra, Jana se apareció por Costa Rica, adonde había llegado mi abuelo a principios de la década de 1930. Mi abuelo murió en 1970, así que nunca tuve el privilegio de hablar de estos temas con él. Y mi abuela, que a sus 93 años sigue activa y trabajando, es de las que prefieren no hablar más de lo estrictamente necesario. Y los malos recuerdos no entran en su definición de lo necesario. El asunto, Sole, es que a Hanka, como le decían de cariño, no le gustó Costa Rica, o no se llevó bien con mi abuela, o una combinación de ambas cosas, y terminó emigrando a Israel donde, unos años después, mi abuelo le ayudó a comprarse un apartamento. Tras su muerte, un albacea nombrado por un tribunal israelí se puso a buscar familiares o descendientes a quienes adjudicar las posesiones de Hanka. Ella nunca se casó, y las únicas familiares resultaron ser mi mamá y mi tía. Para poder resolver, el tribunal exigió documentar la relación y demostrar que no habían otros potenciales herederos. Y ahí es donde entro en acción en este asunto y donde se origina el más macabro descubrimiento que me tocó hacer como “geneálogo”. En ese momento yo estaba investigando el árbol de mi familia paterna, así que tuve que hacer un paréntesis para encontrar la información que me pedían.

Mi abuelo (Jacobo Mintz) y mi tía abuela nacieron en el shtetl de Ostrolenka, en la provincia de Bialystok, en Polonia. Su papá, mi bisabuelo, se llamaba Eliezer, y de ahí saqué yo la lotería con mi nombre. Mi bisabuela se llamaba Jaia, hermoso nombre hebreo que quiere decir Vida (me extraña que nadie en mi familia actual haya heredado ese nombre). Podríamos decir que los hermanos encontraron diferentes maneras de salir de la pobreza y de las pocas oportunidades que ofrecía el pequeño shtetl. Jacobo emigró a Costa Rica, donde nunca hizo fortuna pero salvó su vida. Sara Malka, mi tía abuela, se casó con un exitoso industrial de Varsovia, llamado Hersh Gutensztein. En tico diríamos que se pegó un jaretazo. Ella, de una familia humilde de un pueblo pequeño. Él de una familia acaudalada de la gran metrópoli. Hersh y Sara tuvieron tres hijos: Hanka, Jaia y Moshe.

De Hanka todo lo que yo sabía era que había sido la única sobreviviente de su familia inmediata; si bien sabía que los demás murieron en la Guerra, no sabía cómo, ni cuando, ni dónde, ni en qué circunstancias. A Jana la conocí alguna vez en Israel, pero no era una persona sociable ni particularmente agradable, por lo que nunca más la visité. Si tan sólo hubiera sabido de los traumas que arrastraba y del acervo de información que había acumulado a lo largo de su vida, tal vez me hubiera sobrepuesto a esa primera impresión y la hubiera frecuentado. If I knew then what I know now! Hanka dedicó su vida post Holocausto a dos cosas: atender cuanta presentación hubiese de la Orquesta Filarmónica de Israel, y tratar de recuperar las propiedades de su papá. Lo que encontraron las autoridades en su apartamento fueron cajas y más cajas, cubriendo de piso a techo, y obstaculizando pasillos, cuartos, sala y cocina; allí estaban todos los programas de todas las presentaciones de la Filarmónica desde mediados de la década de 1950 hasta su muerte a finales de siglo, millares de cartas enviadas y gestiones hechas ante las autoridades polacas, y documentos que probaban la base de sus reclamos. Nunca logró recuperar ni un zloty partido a la mitad.

Hersh tenía un “socio” alemán, aparentemente Walter Toebbens, de manera que cuando las leyes raciales impuestas por los nazis llegaron a prohibir a los judíos poseer negocios y propiedades, todo fue traspasado este señor, y mi tío siguió trabajando con él. Cuando fue eliminado el Gueto de Varsovia en mayo de 1943, la fábrica fue trasladada a Poniatowa, en los alrededores de Lublin, unos 155 kilómetros al sur de la capital. En una historia que me imagino similar a la Lista de Schindler, sans la fin heureuse, la familia de mi tía abuela fue trasladada a Poniatowa con todo y fábrica. Poniatowa era inicialmente un campo de trabajos forzados, satélite del tristemente célebre campo de exterminio de Majdanek.

Se dice que inicialmente, alrededor de 1941 a 1942, el trato de los guardianes hacia los prisioneros de Poniatowa era moderado, porque se les consideraba trabajadores cualificados. Sin embargo, para cuando los judíos de Varsovia llegaron a Poniatowa en 1943, el panorama había cambiado radicalmente, sobre todo como reacción de los alemanes a los levantamientos judíos en varios de los principales guetos. Eventualmente la infame maquinaria del mal logró alcanzar a la familia Gutensztein-Mintz, que hasta ese entonces había sido protegida por su conocimiento de la industria y, quisiera pensar, su relación y amistad con Herr Toebbens.

A principios de noviembre de 1943 un importante contingente de SS llegó a Poniatowa, a llevar a cabo la Action Erntefest (Festival de la Cosecha). Los judíos de Poniatowa, la “cosecha”, unos 15.000 en total incluyendo a mis tíos, fueron llevados al bosque en los alrededores del campo en la noche del 3 de noviembre, donde fueron todos asesinados y enterrados en las fosas que los mismos judíos fueron obligados a cavar unos días antes. Hanka, no sabemos por qué o cómo, no estaba con su familia cuando los nazis los llegaron a buscar. Aunque luego fue a parar con sus huesos a otro campo de concentración, tuvo la suerte de sobrevivir hasta el día de su liberación.

La fecha de muerte de Hersh, y de Sara, y de Jaia y de Moshe, los papás y hermanos de Hanka, quedó registrada el 3 de noviembre de 1943. Ese día, Sole, a 7.200 kilómetros de ahí, nació en Costa Rica mi mamá.

Vos creerías, Sole, que cuando la historia te golpea así en la cara, no hay forma de negar el Holocausto. Que ante la evidencia viva de tanto sufrimiento, no hay espacio para antisemitismo. Que no hay espacio para que algo así se repita allá o en cualquier parte del mundo. Y sin embargo, Sole, no hay nada más lejos de la realidad.

Genocidios, sólo en los últimos 20 años, los ha habido en la antigua Yugoslavia, en Ruanda, en Darfur, y los sigue habiendo. Y antisemitismo, Sole, antisemitismo hay en todas partes. Como mañana, cuando esa piltrafa de Ahamdineyad suba al podio en la Asamblea General de las Naciones Unidas y desde allí se dedique a negar el Holocausto y a pedir la aniquilación del Estado de Israel. O, cuando eso suceda y nuestro embajador ante la ONU se quede sentadito en su silla impávido. Y, cuando termine el discurso, quienes queden en el foro, que serán los representantes de la mayoría de los países del mundo, con las honrosas excepciones de los Estados Unidos, los países de la Unión Europea, Australia, y un par más que lamento omitir por ignorancia, aplaudan con entusiasmo semejante violación de los principios básicos de la misma ONU. No, Sole, el mundo no ha aprendido nada. Ni en Sur América, Sole, donde vivieron el trauma de los “desaparecidos”, ni en Serbia, ni en Croacia, ni en Ruanda, ni en Burundi, ni en Sudán, han aprendido la lección. Pero lamentablemente tampoco han aprendido la lección quienes desde el Occidente postmoderno e ilustrado creen que ignorar las manifestaciones antisemitas las hará desaparecer. Por eso, Sole, los judíos adoptamos un lema tan simple: Nunca Jamás, Never Again.

Don Salo te diría que no tiene nada que perdonarte. Que para sobrevivir emocionalmente a las secuelas del Holocausto, no se puede andar buscando culpables. Que hay que escoger la vida sobre el rencor, la decencia sobre la indiferencia, como esos 12.000 judíos que se aferran a su vida en Berlín. Que vos, Sole, de haber vivido en la época del Holocausto, tendrías hoy tu sitio ganado en la Avenida de los Justos de las Naciones. Y yo tendría que estar totalmente de acuerdo con él.

Eli

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agosto 05, 2009

Bob, simply!

I just learned that Uncle Bob’s health has taken a turn for the worse, and he is not expected to make it out of this one. Even as I write this, I don’t know if he is still with us. For his sake, and to alleviate his suffering, I hope his is a short agony and may he go quietly and peacefully to Olam HaBah.

Bob has been sick for a few years, yet I don’t know exactly what´s causing his troubles. It’s just the kind of thing you don´t ask. Because his memory has been failing, I have all along assumed it is Alzheimer’s. Same difference. However, I was fortunate to never have seen him disoriented, or with a blank stare, or in any other state that would indicate to me that he was physically there but that his mind was not. I consider myself blessed because I have only good memories of him. I hope my memories of Bob will somehow help those who love him most overcome the pain of letting go, as I am sure they have been to the gates of hell and back watching his slow and steady decline. I hope I can bring you back memories of better times and help you put behind the harrowing scenes you must have seen during his illness.

Between his living in New York and my growing up in Costa Rica, I saw Bob no more than four or five times during the first 25 years of my life. That all changed as my cousins and siblings began to get married and the opportunities increased to travel and meet. Bob and Rita were particularly good at this, never missing an opportunity to be with the whole mishpocha, regardless of whether the simcha was taking place in beautiful Mexico, tropical Costa Rica, or faraway and mystical Israel. The fact that I spent 9 of the last 19 years living in the U.S. also helped, especially the two year period when I lived in New Jersey and worked in Manhattan.

I will always remember Bob as the funny guy and warm and loving man he was while the lights were still on in his control tower. At well over 6 feet tall, and with a wide-framed and athletic body, he would always greet me with his thunderous voice and give me a bear hug, planting a kiss on my cheek, every time we met. When I was younger and barely spoke any English at all, he would talk to me in that very peculiar NewYoRican Spanish he picked up from his customers in “da Bronx”, spoken with his heavy Nu Yohk accent, and laced with all the off-color and cuss words he knew in Spanish and blamed on the Latino junkies that crowded the street where the family business was located. Being just nine years old the first time I remember ever seeing him, I thought he was the coolest and funniest adult ever.

When I moved to New Jersey in 2002 his mind was already faltering. Rita and my cousins explained that at times he would be disoriented, and warned me that on occasion he would not recognize people. But in spite of the fact that I was not a usual sight for him, he always recognized me. The only time I noticed something amiss was the second time I saw Bob after I had moved to NJ. Upon arriving at Gary’s I was forewarned that Bob wasn´t having a good day. And yet he immediately recognized me. However he did not remember I had moved to the Tri-State area and was puzzled to see me again just a few weeks after I had been at his place. He remembered vividly having seen me that previous time, and realized that 6 or 7 weeks was too long a time for me and my family to still be on vacation in New York, and too short a time for us to be back there again. I guess his mind was working fine, but his memory had betrayed him. Other than that, he was the same funny and loving man I always had known.

Every time we spoke or met, he asked about my Mom and siblings and asked me to give them his warmest regards and love. He was clear that my Dad had passed away just a couple of years before, that my older sister had divorced, and that my younger brother was 30-something and still single. As far as I can recall, he always recognized my wife too. And every single time we spoke he had something nice to say about my father. If all that ain’t presence of mind, I don’t know what is. Mind you, Rita is my late father’s cousin, not Bob. She is also the reason I came to love Bob so much. If he was her Prince Charming long before I was born, if they stayed together and in love for so many years (how common is that nowadays?), and if I love Rita as much as I do, then how could I not come to love Bob? And yet he didn’t need Rita’s help to win my heart, he managed to do that on his own!

The last time I saw Bob was when he and Rita came to Costa Rica, I believe in 2006. He had a really rough time, and yet again I was lucky enough to not have seen him in a bad shape. They stayed at my Mom’s house and I was told he was really disoriented, especially at night, even getting lost within the house and not being able to find the way from the dining room to the living room or to his bedroom. The day I took them to see the apartment complex I was building in the opposite end of town (and the reason I returned to Costa Rica after two years in New Jersey), Rita had a rough time because my pick-up truck is a little too bouncy, a problem that was exacerbated by the poor state in which most of Costa Rica’s streets are. But Bob was there, and other than badly needing to take a leak, he was perfectly fine. And regarding that leak, I should say: who doesn’t? Even I at 44 urgently need to relieve my bladder every time I drive my truck for 45 bouncy minutes crossing town.

I remember how excited Bob was to see what I was doing, which was right up his alley, having devoted almost his entire adult life to the family’s hardware store. Even more so, he was excited because I had finally taken the plunge from salaried executive to businessman and entrepreneur. After the ride back, I was sure he had no desire to ever return to the construction site, but I must admit that “ground transportation” across town in San Jose is not a very good thing for seventy-somethings. Hopefully the next time Rita is here I will own a helicopter (NOT!) or at least a comfortable sedan with lots of legroom and softer shock absorbers.

I could go on for hours talking about Bob, but like his own life, all good things eventually must come to an end. I just hope, as I said before, that his passing is quick and hopefully painless, and that when the time comes to mourn his death, Rita and Gary and Paul and Linda and Cindy and the kids will be able to celebrate his life, putting behind all the painful memories brought on by his disease. I know I will.

And Bob - if there is still time for someone to read this to you – allow me to say three things:

• I love you!

• Bon Voyage!

And

• Please say hi to my Dad when you see him!

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junio 23, 2009

Irán perdió pero el mundo ganó.

Este artículo de mi autoría fue publicado hoy en el diario La Nación de Costa Rica.


En mi corazón de liberal guardaba alguna esperanza de cambio para Irán. Pero aunque me acusen de cínico, la reelección de Ahmadineyad es una buena noticia para el mundo. No porque don Mahmud sea un dechado de virtudes democráticas ni porque sus planes de gobierno sean sensatos para el pueblo iraní o para la estabilidad y la paz mundiales, sino porque de este señor lo mejor que podemos decir es que es en esencia sincero: por lo general dice lo que piensa (pero no al revés). Y al ser uno con el Consejo de Guardianes y con el todopoderoso ayatolá Jamenei, nos permite conocer sin mucha complicación las verdaderas intenciones del régimen teocrático de Teherán.

Es sabido que la política exterior, el programa nuclear, y los derechos fundamentales de los ciudadanos son dominio exclusivo de la jerarquía religiosa, donde, en última instancia, el gran tomador de decisiones es el ayatolá Jamenei. Así, lo que los iraníes llaman presidente bajo el régimen teocrático, no es más que un alcalde glorificado, que puede decidir sobre política económica (uno de los grandes fracasos de Ahmadineyad), y actúa como portavoz del “líder supremo” frente al concierto de las naciones.

No hay cambio. Sin importar quién hubiera ganado las elecciones en Irán, las decisiones que afectan al resto del mundo iban a seguir siendo tomadas de la misma manera y por las mismas personas de siempre. La diferencia hubiera radicado en la astucia para comunicarlas.

Durante años, el gobierno de G.W. Bush intentó, en vano, por medio de la fuerza y las amenazas, detener el desarrollo nuclear de Irán. Entra en escena Barack Obama, con un refrescante nuevo enfoque: dejar las amenazas de lado, y tratar de matricular al régimen teocrático en conversaciones honestas acerca de sus intenciones y el verdadero estado de su programa nuclear. Ahmadineyad responde burlándose de Obama, reiterando su llamado a borrar a Israel del mapa, acelerando la producción de combustible nuclear, e impidiendo el acceso a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Alí Jamenei agregó que el nuevo enfoque de Obama para la relación bilateral no era más que un cambio de eslogan, que no ameritaba una nueva postura por parte de Irán.

La elección de Musavi en Irán hubiera servido para poner a prueba el enfoque diplomático de Obama. Todas las personas de bien hubiéramos apoyado el diálogo, cruzando los dedos a la espera de que algo positivo resultara de ellas. El riesgo es que esas conversaciones fueran aprovechadas por quienes ostentan el poder en Irán para mejorar su imagen internacional, a la vez que ganaban tiempo para la producción de una bomba nuclear. Para la Administración Obama, ansiosa por encontrar en Irán un interlocutor racional con el cual negociar, hubiera resultado fácil dejarse engañar por los cantos de sirena de M.H. Musavi.

No tan moderado. Lamentablemente, no por haberse opuesto a Ahmadineyad en estas elecciones, podemos creer que a Musavi lo respalda un expediente de genuino reformador. A lo sumo, podemos decir que es más moderado que otros en Irán –al menos para hablar– pero en muchos años de servicio público no se distinguió por su fervor reformista. Y aunque hubiera sufrido un súbito cambio de parecer, recordemos que no sería él quien hubiera tomado las decisiones cruciales. El mejor ejemplo lo tenemos en el expresidente Jatamí, considerado un gran líder reformista, pero que en los ocho años que ocupó la presidencia no logró un acercamiento importante con Occidente ni una mejora sustancial en materia de derechos humanos.

La elección de cualquier “reformista” en Irán hubiera puesto al mundo en una encrucijada similar a la vivida dos veces durante el siglo XX, de las que tristemente no se han aprendido las lecciones vitales. Tanto en la antesala de la Primera como en la de la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña, en ese entonces el poder imperante en Occidente, intentó apaciguar a sus enemigos conversando con los moderados dentro de los respectivos regímenes, haciendo concesiones y creyendo que ellos a su vez influirían sobre las voces más radicales que ejercían el control real de la maquinaria de poder. El resultado, en ambas ocasiones, es ampliamente conocido. Al menos con la reelección fraudulenta de Ahmadineyad, el mundo no puede seguir haciéndose la vista gorda respecto a las verdaderas intenciones y al modus operandi de la jerarquía islamista de Irán. ¿Diálogo? Sí, por supuesto. Pero a Dios rogando y con el mazo dando.


©Eliécer Feinzaig


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abril 23, 2009

La vergüenza de Ban Ki Mun

Por Pilar Rahola - La Vanguardia, Barcelona.


¿Cómo es posible que el hombre que ha organizado un congreso para negar el holocausto de millones de personas, que amenaza a otro país con destruirlo, y que es abiertamente antisemita, tenga la palabra en un foro sobre racismo, el mismo día en que justamente se conmemora la tragedia del holocausto? ¿Es cinismo? ¿Es maldad? ¿Es atontamiento? ¿Es apaciguamiento chamberliano? ¿Es inconsciencia?

Estoy por pensar que ha sido una broma monumental, uno de esos happenings que tanto color pusieron a la adolescencia flower de muchos de nosotros. Es decir, estoy por querer pensar que todo lo que ha ocurrido en Ginebra no ha sido la consecuencia inevitable de una cadena de monumentales irresponsabilidades por parte del alto comisionado para los Derechos Humanos de la ONU , sino un inocente desliz, tintado de humor negro. Estoy por querer pensar todo ello, porque no quiero pensar que la ONU se haya convertido en una caricatura tan lamentable de sí misma.

¿Qué diría Eleanor Roosevelt de la ONU actual, ella que tanto luchó por conseguir un organismo que preservara el derecho internacional, y que incluso presidió el comité que redactó la Carta de Derechos Humanos? ¿Qué dirían todos aquellos que, al albur de una nueva era, creyeron que este organismo ayudaría a consolidar la libertad y la democracia en el mundo?

Si ese fue el objetivo, se ha hecho añicos durante décadas de dar voz a dictaduras feroces, demostrar una absoluta incapacidad para defender a las víctimas, e incluso enseñar la patita antisemita. Hace años que la ONU no es la esperanza blanca del derecho internacional, sino el altavoz privilegiado, desde donde sátrapas de cualquier pelaje proclaman sus delirantes ideas. Atrapada en una Asamblea General repleta de dictaduras, sus intentos por parecer neutral no llegan ni a simulacros. A pesar de todo ello, a pesar de haber llegado a tener al mismísimo Gadafi de presidente de la Comisión de Derechos Humanos, y a pesar de otras tantas alegrías parecidas, aún sorprende que se puedan cometer estas irresponsabilidades en una cumbre contra la intolerancia. Oes una broma de mal gusto, o sencillamente la ONU ha perdido completamente el rumbo.

¿Cómo se explica, si no, que a una cumbre para luchar contra el racismo y la intolerancia, se invite al presidente de una dictadura fanática, que condena a muerte a homosexuales y a disidentes, que esclaviza a las mujeres, que ha sido señalada por la justicia como responsable del atentado de AMIA, en Buenos Aires, que causó la muerte de 85 personas, y que financia grupos terroristas? ¿Cómo es posible que el hombre que ha organizado un congreso para negar el holocausto de millones de personas, que amenaza a otro país con destruirlo, y que es abiertamente antisemita, tenga la palabra en un foro sobre racismo, el mismo día en que justamente se conmemora la tragedia del holocausto? ¿Es cinismo? ¿Es maldad? ¿Es atontamiento?

¿Es apaciguamiento chamberliano? ¿Es inconsciencia? ¿Qué pensaba la ONU que ocurriría si se daba la palabra, en plena Europa, en el mismísimo día del Holocausto, a un islamofascista responsable de los discursos judeófobos más malvados de la actualidad? ¿Qué pensaban los países que acudieron a la cumbre? ¿Que el hombre se portaría bien, plancharía su camisa y su conciencia, hablaría de forma razonable y se volvería un demócrata de toda la vida? ¿Que las mujeres iraníes ya no sufrirían ningún apartheid? ¿Que estaríamos ante el milagro de Fátima, en versión reloj de cuco? ¿Que Ahmadineyad no se llevaría un éxito de propaganda para su casita? ¿Qué pensaba el bueno de Benedicto XVI, dando la bendición a una cumbre donde ideólogos de la intolerancia tendrían altavoz de lujo?

La verdad es que la situación es tan disparatada, que sólo cabe dar la razón a Martin Luther King cuando dijo aquello de que "nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda". En este caso, además, se trata de una estupidez reiterada, porque el primer Durban, en el 2001, ya fue un auténtico festival antisemita, denunciado por muchas organizaciones de derechos humanos, como el Centro Simon Wiesenthal, absolutamente escandalizado por el odio antijudío que pudo respirar en la cumbre. Repetir Durban con los mismos esquemas, y además invitando a algunos de los dictadores más notables del planeta, sólo podía llevar al fracaso de la cumbre y al ridículo de la ONU. Y el fracaso es lo mejor que podía pasar, porque la otra opción habría implicado que se dieran por válidos este tipo de interlocutores, y este tipo de discursos. Es decir, o el ridículo y el fracaso; o el éxito de la intolerancia. Realmente la ONU se ha cubierto de gloria.

Capítulo aparte merece la actitud de España, país que promueve una pomposa alianza de civilizaciones y que está en la cumbre, sin dar muestras de querer abandonarla. En este caso, ninguna sorpresa, porque el Gobierno español participa de la delirante idea de pensar que la alianza entre civilizaciones es una alianza entre gobiernos democráticos y algunas bonitas dictaduras, cuyo carácter islámico les da la pátina multicultural. Es decir, lejos de entender que la civilización islámica está entre las mujeres y hombres musulmanes que luchan por sus derechos, y que ellos son los interlocutores válidos, nuestra Moncloa se dedica a hablar con aquellos que los oprimen. ¿Es eso la civilización? ¿O es la enésima empanada mental del multiculturalismo mal digerido? La misma indigestión que inspiró la vergüenza de Durban , el fracaso de Durban II y el ridículo de la ONU. Así les va a los derechos humanos.

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marzo 17, 2009

Una reflexión acerca de Gaza

Por Julián Schvindlerman

Con relativa retrospectiva es menester reflexionar sobre lo acaecido de modo de evitar una repetición de esta última contienda bélica. Tres puntos resultarán centrales para entender la naturaleza y las consecuencias de este conflicto.

El primero refiere a la asimetría ideológica de la disputa. Este ha sido un tema generalmente obviado en los análisis de prensa, más es un asunto crucial. Hay una gran disparidad entre el objetivo político de Israel -proteger a su población civil de los cohetes del Hamas - y el objetivo religioso de este último -la obliteración del Estado de Israel y el aniquilamiento de los judíos donde quiera que éstos estén-. El Artículo 7 de la Carta constitutiva de este movimiento integrista sostiene: “El Enviado dijo: ´Luchen los musulmanes contra los judíos y mátenlos, hasta que el judío se oculte tras las rocas y los árboles y entonces dirán, Oh, musulmán, oh siervo de Alá, tras de mí se oculta un judío, ven y mátalo´”. Así planteado, Hamas aspira a la aniquilación no solamente de los israelíes (un propósito genocida grave en sí mismo) sino a la de todo el pueblo judío, desde Woody Allen a Steven Spielberg. Pero su cosmovisión expansionista trasciende a los judíos y a los israelíes. El Dr. Yunis al-Astal, parlamentario palestino del Hamas, ha dicho en un mensaje difundido por la televisión palestina: “Conquistaremos Roma y después toda Europa. Cuando acabemos con Europa, conquistaremos las Américas y no nos olvidaremos, tampoco de la Europa Oriental”. En consecuencia, es necesario que el mundo libre advierta que la lucha de Israel contra el Hamas es la lucha contra el fundamentalismo islámico y su Jihad global.

El segundo punto conecta con la génesis de esta contienda. Ningún observador honesto puede disputar el hecho de que Hamas inició la conflagración al atacar a la población israelí sin que mediare provocación previa por parte de Israel. Desde el año 2001, Hamas disparó más de diez mil cohetes contra poblados israelíes. Desde el año 2005 (luego de la retirada unilateral que dejó a Gaza libre de presencia israelí) Hamas disparó unos seis mil trescientos cohetes. Durante la tregua informal que rigió por seis meses y caducó el día que Hamas optó por no renovarla, cayeron sobre Israel doscientos quince cohetes. El día previo a que el ejército israelí finalmente respondiera, llovieron en un solo día ochenta cohetes sobre suelo israelí. Durante este largo y tumultoso período, la familia de las naciones no censuró al Hamas por estos actos de agresión injustificados. Ninguna nación hubiera tolerado semejante acoso por tan largo tiempo. En vistas al futuro, será necesario revisar esta conducta. Eventualmente, de ejercer presiones sobre el movimiento terrorista palestino para que se abstenga de atacar a Israel, se evitará una indeseada respuesta por parte de Jerusalem.

El tercer punto está relacionado con la conducta de las partes durante la guerra. Según cifras de fuentes árabes y de la ONU, han resultado muertos 1300 palestinos, entre ellos 300 niños, y miles de heridos. Del lado israelí, las víctimas no han llegado a las dos docenas. Naturalmente, esto ha llevado a muchos a concluir que el ejército hebreo ha sido desmedido y multitudes han puesto sobre sus puertas protestas e indignación. El sufrimiento de la población civil palestina es innegablemente conmovedor desde el punto de vista humanista. Pero la pregunta política crucial aquí es: ¿quién es el responsable último por ese sufrimiento? Dejando de lado el hecho de que si Hamas no hubiese atacado a Israel nada de esto hubiera acontecido, es pertinente señalar algo atroz en el comportamiento de la agrupación islamista: Hamas atacó a población civil israelí utilizando como escudo humano a población civil palestina. La Franja de Gaza es una de las zonas más densamente pobladas del plantea y, tal como ha consignado el profesor Gunnar Heinsohn de la Universidad de Bremen, es una de las regiones con más criaturas per capita del globo: por cada 1000 adultos de 40-44 años, hay 4300 niños de 0-4 años. Casi la mitad de la población gazatí es menor a 15 años de edad. Si a ello agregamos que Hamas expuso deliberadamente a los niños palestinos al fuego israelí, podemos comprender la razón de estas cifras agobiantes.

El conflicto palestino-israelí despierta pasiones aún en observadores imparciales, pero el análisis desapasionado es crítico a la hora de atribuir responsabilidades a las partes.

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marzo 09, 2009

Puzzled in Gaza

By Yvonne Green

Este artículo apareció en el diario inglés The Globe el 5 de febrero de 2009.


I’m an English Jew and frequent visitor to Israel. I was deeply disturbed by the reports of Operation Cast Lead (OCL). So I spent Wednesday 28th January 2009 in Gaza taking a look for myself. I left Tel Aviv at 6.30 a.m. by taxi and arrived at the Erez checkpoint at 7.15 a.m. I cleared Israeli passport control using my press card, crossed the border alone, on foot and arrived in Gaza, where I was met by my guide a 27 year old Palestinian journalist, who wore western clothes and a close shaven beard. He asked me if I wanted to meet with Hamas officials. I explained, I’m a poet and freelance writer who’d come to see the damage and civilian suffering caused by OCL, not to talk politics and asked him to choose what to show me.

We drove away from Beit Hanoun to the ancient olive groves of Jebalia Reyes Hill which my guide said Israel had bulldozed because Hamas fired from them. Downhill I saw in the Abu Ayida family’s isolated compound the flattened remnants of several large houses and factories and a few small guard’s houses. A family member, Taisir Fouad told me the 3 cars in the rubble were a Mitsubishi and two Hyundais, that $5,000,000 of damage had been sustained by the Abu Ayidas (this was not a general residential area) and that he and his 10 children had previously lived in a 900 square metre house and were now living in one room in Jebalia. I noticed a white kid goat’s head and hooves it’s body was covered in debris and a black and white goat, it’s large stomach was rock solid under the gentle pressure I applied to it with my shoe. My guide took me into the only Abu Ayida house left standing, which he said the Israelis had used as a base. It had two storeys and my guide thought it measured about 700 square metres. Its concrete exterior was unclad. I hadn’t expected the internal grandeur, the floors were marble and the chandeliers were amber glass. Outside and to the North of the house I was shown a flat piece of land where I was told the Israelis believed there were tunnels. I began to walk over to take a look but my guide told me to stop and follow him.

In the rubble of a guards’ house. I saw a buckled red wheelchair which I was told belonged to a young girl who lived alone with her mother. I picked up a sheet of Arabic writing from the ground which my guide told me was the homework of a child not more than 10 years old. I asked my guide and an old man who had now approached us, whether I might keep the homework sheet. They said I could. I have it still.

How many people died here I exclaimed to my guide. No one, came the reply. The Israelis leafleted and telephoned a warning to each house and factory half an hour or forty five minutes before they came. I was incredulous. How could they possibly ‘phone everyone? My guide said they have all the telephone numbers here, each of us has identity cards. They know everything about us. I asked him where all the people went and he told me everyone went to relatives in Jebalia. I tried unsuccessfully to get one of the Israeli warning leaflets that day.

To the north of the smaller houses, in a dell, there were 50 odd small khaki tents neatly erected in perfect rows. I neither saw nor heard any sign of activity from them. When I asked who’d erected them or who was using them my guide said he didn’t know. I asked him to ask the old man and was told that the old man didn’t know either but he thought it was a charity. The old man said, look at our fate and I have suffered 60 years because of Israel. There were no other people at the site other than the two who’d approached and spoken to us. My guide offered to take me into the tents to find out more about them but I refused and asked to go to Jebalia City. It was 9.30 am

At 9.50 am when we arrived in Jebalia its unclad 1970’s concrete low buildings looked intact and their open shopfronts were hung with vivid kaftans . The roads were partially tarmacked and I saw some tank marks. The women on the streets wore jellabeya and some were veiled. Donkey carts were far more common than cars and small groups of sturdy looking unaccompanied children walked about wearing old fashioned woollen jumpers. I didn’t see any sweatshirts.

Puzzled by the City’s vibrant atmosphere I asked to be shown Jebalia refugee camp and arrived there at 10.10 a.m. Its teeming unmade-up streets were much narrower than those of Jebalia City, its dwellings run off narrow alleyways from the main street buildings where as many as 10 related families build homes in mutual proximity. My guide told me that each of these tiny homes has an average of 10 children. I saw the remains of the Imad Akhel mosque which my guide said was bombed after Israeli warning leafleted and ‘phoned in the vicinity. 4 girls and their mother from the Fatah Ba Alusha family who lived in one of the maize of dwellings which still stood in the adjacent alley had died. Had other civilians left the area before the bombing? My guide said they had. Was the mosque really the Hamas arsenal Israel said it was? My guide told me to look at the secondary explosion on U Tube.

Seeing Jabalia Refugee Camp’s market was an astonishment , the open fronted shops hung liberally with huge fresh carcasses of meat and vendors carts, piled high with pyramids of beautiful produce stood in the middle of the road while shoppers came and went about their business. Some of the red radishes were the size of grapefruits. I told my guide that no one in England would believe this abundance. That we all thought they were starving. He told me that everything I could see was produced in Gaza.

My guide emphasised that he wasn’t a refugee but a very proud Palestinian. He brought me to his grandparents’ birthplace, Shi Jaya the old city, east of Gaza City. The police station had been destroyed. It wasn’t built by Hamas, my guide said, they seized it. The Al Omari mosque, the oldest mosque in Gaza City was beautiful. At the newly renovated Al Basha Palace, where Napoleon had stayed when he came to Gaza, Mamluk animal symbols patrolled the ancient rough hewn walls. I met three young women graduates in jellabeya there and one a poet, spoke softly meeting my eye, and said education is our power, we are suffocating here, we are dying slowly, I want to travel abroad but I can’t because I’m not married. That is our way. Heavy set men hovered behind the young women and broke the intensity as they offered me white coffee (not coffee with milk), which I accepted and enjoyed. The poet indicated a very young fair haired member of her group, who she said was already the mother of twins (I’ve always thought bearing twins heroic and I told her) she told me that her husband’s factory in Sallahedin street had been bombed. That from Netzarim, to the Erez crossing, all the factories were destroyed. I said I’d seen the Abu Ayida family’s factories. She continued, in Attatra five people in one family died. The poet then interjected, what will you tell your children and grandchildren when you get home? I answered that I would tell them that she and her friends were clever and determined and would find answers because of the intelligence and bravery I’d witnessed in them. I suddenly noticed a stern eyed woman had come out of the Palace and approached our group and that my guide had disappeared down the entranceway stairs. I felt I had to leave quickly for everyone’s good and went down to find my guide and driver waiting in the car. Once inside I fiddled with my ‘phone and noticed I’d been messaged on my English mobile at 11.59 a.m. Marhaba, Smell the jasmine and taste the olives. Jawwal welcomes you to Palestine. For Customer Service Please dial 111(chargeable) (sic). I showed my guide the text saying that I liked the terms in which his ‘phone company expressed itself, he smiled and I became more relaxed.

The streets of Gaza City were wider than those in Jebalia City. The buildings were 70’s concrete built. The shops were hung with giant cooking pots. There were cars on the roads and a steady stream of people on the pavements. I saw intact marble clad buildings with blue tinted windows which my guide said were new residential developments that had yet to be completed. He said that during OCL the streets of the city were deserted until 4pm because Israel warned people not to go out. But when he showed me the main Hamas National Forces Compound just past the Al Hejaz petrol station, he did say that a neighbour of his, Ashraf Abu Al Qumboz, died of injuries he got from walking past at the moment it was bombed. The compound was rubble save for radar or satellite dishes that looked like cobwebs on metal poles. My guide said 10’s died there.

Time and again I saw surgical destruction of huge buildings that everyone said had been full of Hamas. The low numbers of Hamas I was told had died begged the question where Hamas were now? My guide glanced at a neatly dressed young man with a squared off beard guarding the Jawwal building. He said they continued even during the war, directing the traffic and arresting looters. All day I’d felt the menace of these hawkish, athletic men I’d seen occasionally on street corners but everyone including my guide behaved as though they were invisible. They weren’t like the other Palestinians I’d met or seen who generally moved or sat in groups. I asked my guide if he was Hamas, he said he wasn’t. I asked him if Hamas knew this, he said they did. A friend of my guide, a female English literature graduate from the Gaza University had joined us by this stage, she was extremely beautiful, wore a western hairstyle, trousers and a large diamond ring on her right hand. Later my guide said to me privately, her fiancé’s a rich guy, there’s no middle class in Gaza.

My guide took me to the Shiffa hospital . It comprises 6 concrete buildings which my guide told me Israel had built 30 years ago. The hospital floors were very clean and the atmosphere was very ordered. My guide was bringing me to meet Amira Kerem a little girl whose 2 brothers and father were beaten and killed in the last 2 days of OCL (her parents were divorced and she had a step-mother but I wasn’t told where her step mother was during the attack) Amira got out of the rubble and lived alone with her injuries for three days before she was found in the empty house she’d stumbled into, which belonged to Imad Eid, a journalist who used to work for BBC’s Arabic office in Gaza. I asked my guide and his friend if they knew the date she was found but they didn’t answer.

To my right as I arrived at the hospital was a low wall on either side of which there were sliding metal barred doors, which were open. I asked where those doors led and was told it was the intensive care unit for our (sic) fighters. A large group of men in suits, two with long thin white fringed scarves edged in green and black and red swept through the barred doors to my right I didn’t see where they went. I asked who they were and my guide told me they were inspecting the hospital. I asked him where they were from and he answered, Turkey, Malaysia and Indonesia. I didn’t see any people that I recognised as ethnic Malays or Indonesian in this group of men. They looked at home and in charge of the hospital there was an unmistakeable and unchallenged authority about them ,everybody stood back and looked down as they passed. No one, my guide and his friend included, looked at them with the curiosity one might expect foreign dignitaries to engender. (I myself had been the subject of interest wherever I went, even before I was introduced). A few moments later a stocky built, 60 year old woman with dyed black, immaculately coiffed hair, wearing expensive European shoes and clothes came out of the same barred doors and walked by me flanked by four men, she looked proud and totally disengaged from her surroundings and was similarly deferred to. I didn’t see where these people went.

I climbed the stairs to room 522 to visit Amira Kerem , felt ashamed as I took my turn after a bored news crew removed their tripod-they’d read their blackberries as they’d filmed . Amira looked about 11. I admired her lilac knitted hat with tiny artificial pearls sewn on at regular intervals. At first she was impassive. 3 of her female relatives sat to her right, companionable and lithe in their long dresses. I stayed with her for a while and eventually made her laugh, my guide, as ever, interpreting. Her visitors joined in and we all voiced hopes for peace. I took out my recorder and asked what they wanted me to tell the people of England and they didn’t answer. But they continued to smile at me as I left. A woman who’d been one of the blackberry transfixed film crew, tried to engage me in conversation outside Zeitun’s room, I had no heart for her.

I visited Mona al Ashkhor who my guide explained had lost the use of her left hand and lost her left leg below the knee after she ran toward Al Fakhoora, the UNRA school, which was hit in OCL, because Israel said Hamas were firing from the vicinity. Her mother and her aunt sat to her left as did her first cousin, whom she told me she loved very much. I asked Mona what she would like me to tell the people of England, my guide interpreting, she replied I am very happy. Today for the first time I left my bed and am able to sit in a chair.

The hospital seemed very quiet. I saw empty beds there. I saw clutches of young athletic men with squared off beards in the corridors on the lower floors and a group of them stood behind a solid metal door on a landing from which someone I took to be a doctor emerged, pushing past them. He was close shaven, had a western haircut and wore fashionable glasses. He moved down the stairs as I ascended them, I caught his eye and he looked down nervously and accelerated his pace.

I asked my guide where all the dead were, he told me they were in all the cemeteries of Gaza. That sometimes they’d buried 5 at once. He told me that the majority of the 5,500 people wounded in OCL were receiving medical treatment in Egypt and Jordan. I was bewildered by the fact that I’d not seen any press photos of the hospitals treating these patients. But I said nothing.

We left Shiffa and at Abu Mazen square I drove past a large new building made of stained pine and hewn stone, it looked part Swiss chalet and part mosque. My guide told me this was Mahmoud Abbas’ house and pointed out the Hamas militants guarding it.

My guide took me to Tallel Howa, Gaza’s biggest residential area, which he explained was totally occupied by Israel during OCL. It comprises square, 5 storey, concrete apartment buildings. I saw the burnt out Al Kuds hospital, where government officials used to be treated. There was the rubble in El Hillel street, which had been a medical warehouse. Nearby I saw an ambulance in a parking bay which looked as though it was a concertinaed flat pack, a section of the building above its parking bay had collapsed onto the ambulance. I saw buildings spotted with what my guide told me were sniper bullets. I saw a four storey building, with just the far right hand window of its top floor blown out, the external wall around it blackened. I asked my guide was that window broken by something going in or by something coming out? He explained that the damage was caused by Hamas firing from inside the building. I saw damage to the Al Aqsa University. I asked my guide how many were killed here, he said that thousands had left and gone to stay with relatives after Israel had telephoned and leafleted the area. He said the buildings were almost completely empty when the fighting took place and that 30 people died in the battle. I saw the remnant debris of the Ministry of Prisoners , my guide told me 6 Hamas were killed in that explosion. Neither my guide nor his friend furnished me with replies to my enquiries as to the dates and times of events, saying as they’d said all day, you can see it all on the internet.

After Tallel Howa my guide explained that he was going to take me to Al Samoun where a war crime took place. We drove through the farming neighbourhood of Zei Tun, the road was neatly verged with sabar cactus and the olive groves were well pruned. At 12.45pm we turned off past the Rajab Company for Petroleum sign to the site where my guide told me 31 members of the Al Samouni family were killed. He said there was no resistance there, this family of farmers were Fatah. I passed an orange painted metal shipping container which was buckled , as though by an explosion, not crushed. It was not possible for me to look inside it. The area which had previously comprised about 10 four storey houses where 160 members of the Al Samouni family lived was flattened, with the exception of one house. The area had also housed a chicken farm and some dead fowl floated in the water that was collecting in the extremely deep square craters surrounded by the house rubble. The destruction of the houses at Abu Ayida didn’t leave craters as far as I remember the ground was flat. Here there were buckled metal supports deep into the ground under each house. These craters were as empty as scoured pots. The air smelled heavily of chicken shit.I pulled from the rubble a medical x-ray (of two connected metal pins in someone, named in Arabic’s lower vertebrae) and a red coloured, adult sized sweatshirt. After asking my guide’s permission, I kept them.

My guide told me the Israelis had ‘phoned the entire family and told them to go into the house ahead of me and then bombed it, killing 31 people. I could still see the house standing. But it looked as though it could have been burnt inside. It was built of unclad concrete and was 4 storeys high and about 400 square metres in size. Its top right hand window had been blown out from within. The washing line below it still hung with clothes. I couldn’t ask to look inside. With the exception of the window I’ve mentioned the building looked intact externally. Its roof was undamaged as far as I could see. I didn’t feel able to ask for any further explanation than that I’d been given.

There was a large open sided black tent on the Al Samouni compound containing about 25 men either standing or sitting on white plastic chairs. Two sat near the entrance on the floor. There were also two small carpets propped up with a stick one some feet to the right of the black tent and one twice as far behind it. These carpets made small shelters for women and children. I visited one where 2 women and 4 children under 3 years old, sat on a small carpet laid on the rubble . A 13 year old boy stood outside to the left. The women fed the children rice. My guide told me that the eldest woman, Iftisan Al Samoun, lost a teenage daughter and son when her house was bombed and two of her sons were now in hospital in Egypt. I asked her what she wanted me to tell the people of England and she gave no answer. I asked her where they slept at night and she said that they were living with relatives and only came here during the day for the press. I rolled the red sweatshirt I’d picked up and put it behind her to buffer the terrain. She acknowledged the gesture imperceptively by edging her buttocks back very slightly on to the sweatshirt and said that they’d lost many clothes. The younger woman told me that the 13 year old boy was her brother, the two small children were her cousin’s and that she and her brother had lost their mother. But, inexplicably, she smiled at me and Iftisan all the while. I asked my guide why people weren’t angrier in Gaza, he said they were for two days but then it was over. That Allah decides fate.

As we left Iftisan’s small shelter another young boy tried to coax us to the second womens’ shelter but I chose to watch the men’s tent from outside for a while. Two copies of a rather worn, large plastic banner depicting the dead, edged with barbed wire and pictures of fighters wearing white headbands with black Arabic writing on them, were hung behind the people my guide told me were the mourners. I asked my guide who were the people in the photographs on that banner. He said they were the victims of the genocide. I asked what the fighters which edged the banners signified and he said nothing, the militants made the posters for the mourning family. He explained that the female victims were each represented by a rose, since it’s not the custom to depict women. I asked my guide‘s friend if she could see the names of the dead from where we stood and she said she could. She read the names into my recorder for me. Mashad Samouni Nadal Samouni Eyad Samouni. Women Rahma Aza Raval Maha Safa Hanna Avoda Riskha Layla Al Samouni The martyres of the Samouni family.

In the large tent and the two small shelters, men ate and women fed babies green rice and meat with grey plastic spoons from identical large round blue plastic trays covered in silver foil. I have kept one of those discarded spoons. I asked my guide where the food came from. He said a charity. When I asked Iftisan Al Samoun which charity sent the food, she met my eye earnestly, said she didn’t know and invited me to eat some. I didn’t accept. I never saw the women eating.

I saw the family elder in the mourners’ tent wearing a red and white scarf, turban style with a roll up sticking upright out of its side like a feather. I asked if I could go into the tent to pay my respects. My guide said I could. A large handwritten page lettered in black and red hung on a string between the two posters, as I looked at it one of the men standing behind the elder slipped it behind the poster. I asked my guide to read it to me and he approached it, pulled it out and slipped it back again quickly, and said it was just a condolence letter. I began to speak to the elder, my guide translating, to ask what happened, he pointed to each picture on the posters and began a narrative which generally described the number of children the individual had, or in one case pointed out that the man was very old. But finally he said in terms, of one man that he’d emerged with a white flag and been shot. Of the roses depicting women, he clasped his breast with his right hand and said some were breast feeding when they were killed. I asked him how many of his family still survive, he said half. I expressed my earnest wish that no more ill fortune should fall on his family and we both cried. A younger man took the roll up out of the elder’s turban and gave it to him assertively. The men in the tent looked at me quizzically and my guide looked tense. He and I left. My guide told me there were 10’s of cases like this. It was 1.30 Israel was going to close the border at Erez between 3 and 4 and I’d been advised by journalists to be there before 2.30. We began to head back.

All day there were children everywhere. I asked my guide why they weren’t at school and he explained there were 2 shifts. I asked them if the schools were good and my guide said at the moment the children are only being taught how to hate. The day’s interchanges had always been circumspect and my reaction to this direct comment was to joke that if I taught my childen to go right they went left, if I said sing they spoke, if I said cut your hair, they grew it. I said to my guide and his friend, you are such intelligent young people, you’ve got the internet, don’t tell me you can be taught anything you don’t want to learn. I went on to say that the poor children we’d seen on the streets of Jebalia, had no such opportunities for now-at this point the driver who’d been silent all day handed me his ‘phone and showed me a photo of a dead baby with its left leg bone exposed and my guide resumed his explanations- that this was a baby buried in rubble and partially eaten by dogs before it was discovered. A small UN coach passed us as we passed the high walls of the UNRA compound. I couldn’t see the damage from the road but my guide told me it was assessed at $12,000,000. Beyond it on a whitewashed wall, I saw the only graffiti of the day (with the exception of the Israeli operational notes on the Abu Ayida house) it was a geometrically stylised heroic depiction of fighting between Israel and Hamas.

Back in Jebalia City I drove past the reinforced concrete UN school, at Al Fakhoora, in front of which Mona Al Ashkor was injured. The school was on a street corner. My guide pointed to the road perpendicular to the one we were on and indicated the buildings to the immediate right of the school from which he said Hamas fired mortar shells. His friend showed me the rocket marks on the road in front of the school. My guide told me that Israel had leafleted and ‘phoned to tell people that there was Hamas activity in the area and that the school would not be a safe shelter. But 40 people, including Mona Al Ashkor, were running towards it nevertheless when the satellite directed silent missile hit the road. My guide’s female friend said Israel could see the civilians. Could have hit Hamas and pointed animatedly to the same building from where my guide had indicated Hamas were firing. I asked my guide and his friend if Hamas had provided any air raid shelters or any advice to Gazans on how to conduct themselves either during reprisals from kassam or grad missile raids or during OCL. They both said there were no shelters or procedures in Gaza. I asked if any of the wealthy Gazans built shelters in their houses. My guide said yes, some did. But his friend contradicted him.

As we approached the border, I asked my guide and his friend to list places I hadn’t seen where civilians had died. They listed, Ezbet Ahued Raba, Rafah-scores died, Khan Younis -more than Rafah, Bet Lahia-scores and many other places of destruction. As they spoke a Hamas guard stopped us just before the Gazan border. I gave him my press card and my passport. He addressed me very harshly as Green and then made direct inquiries of me which were clearly designed to intimidate me. He seemed to be asking me a question in English about what I’d seen but was clearly unable to understand the polite and co-operative answers I gave. He returned my passport and held my press card for longer than was comfortable and asked my guide questions for several minutes and then spent several minutes questioning my guide’s friend- who was an exceptionally attractive girl in western dress (who took my email address because she writes too). Both my guide and his friend seemed very uncomfortable. The driver was not required to show any papers and hissed through his teeth and generally displayed aggressive impatience with the Hamas guard.

At the border my guide and his friend were driven off quite suddenly and with a screech of tires leaving me alone at the Gazan checkpoint, a wooden hut. I was held up by the passport officer and asked how I found the situation. I went through all the notes I had taken and he left me with no alternative but to take down the following dictated additions; Attatra American school bombed by F16’s, Abu Drabba village,El Kashef, Dr. Zetina Al Ha Esh the gaenocologist who works at Tel Hashomer hospital in Israel lost 6 members of his family-go and see him, a Jordanian hospital has entered into Gaza. He could see I didn’t have a camera but he asked me if I had taken any pictures on my mobile ‘phone. I said I hadn’t.

His fellow customs officer, a much burlier man, seemed at this point to get bored and waved that I should be let through. I walked on the dust from Gaza through the concrete corridor on the approach to Israel where I saw a porter with a long railway-platform trolley with 4 cases and numerous carrier bags full of what looked like High Street shopping. The young man was slight, wore trainers and looked very confident. It was 2.30 it took me an hour to complete physical security checks and re-enter Israel. Watching the journalists go through the process was very interesting. I heard a woman journalist say to a colleague, I always come out at night because I’ve got kids. A press office department head who spoke on his mobile ‘phone about a story and video he’d had to bury because the lady involved had a husband who’d worked for the UN for years and he’d lose his job and all his pension rights and who knew what else, if the story got out. The relief in everyone after arriving in Israel was openly expressed. No one at passport control asked anyone that I heard any questions about their trips to Gaza.

The writer is a poet and freelance writer who lives in London. Her collection
Boukhara was a 2008 Smith/Doorstop prize winner. She also translates the poetry of Semyon Lipkin, the Russian World War II poet.


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febrero 27, 2009

Mágicas princesas

Tengo dos excusas para este post.



Dedicado a mis dos mágicas princesas, CON TODO MI AMOR!!!!
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enero 22, 2009

Algunas verdades sobre Gaza

Cuando en el año 2002 Israel lanzó una operación militar en el campo de refugiados de Yenín (Cisjordania) para erradicar una célula terrorista que desde allí lanzaba sus operativos y enviaba sus atacantes suicidas a territorio israelí, el mundo entero acusó al ejército de Israel de haber llevado a cabo una masacre indiscriminada de civiles palestinos. Se llegó a hablar de alrededor de 1.500 muertos, de eventuales acusaciones ante tribunales internacionales contra los líderes de Israel, y de genocidio planificado. Sin embargo, una vez terminada la operación militar, el conteo de víctimas de la invasión israelí disminuyó alguillo: un total de 54 palestinos habían perdido su vida, de los cuales 45 fueron identificados por los mismos palestinos como combatientes armados.

Ahora que Israel lanzó un nuevo operativo militar para detener los ataques terroristas que a diario sufre la población civil israelí, esta vez en Gaza, los telenoticiarios en Occidente llevaban el conteo de muertos como si se tratara del marcador de un partido de basquetbol. El resultado final, al menos el que masivamente ha circulado por el mundo entero, fue de 1.310 palestinos contra 13 israelíes. Ahora que Israel ha dado por finalizado su operativo después de tres semanas de batalla, y habiéndose retirado su ejército de la Franja de Gaza, está emergiendo un panorama similar al de Yenín.

En su edición de ayer miércoles 21 de enero de 2009, el diario italiano Corriere de la Sera informa que de acuerdo con las investigaciones de su reportero Lorenzo Cremonesi, la cifra real de personas que perdieron la vida en Gaza “podría ser no más de 500 ó 600”. Agrega el reportaje que la mayoría de ellos serían jóvenes varones entre los 17 y los 23 años, reclutas que según un doctor del Hospital Shifa entrevistado por Cremonesi, Hamás literalmente envió para ser masacrados. También informa el Corriere de que varios hospitales de Gaza cuentan con grandes cantidades de camas desocupadas, lo cual es incompatible con las cifras de alrededor de 5.400 heridos que supuestamente ocasionó la operación israelí.

Por ejemplo en Rafah, donde Israel puso especial énfasis en el bombardeo de los túneles subterráneos utilizados para contrabandear armas hacia Gaza, y donde por ende se esperaba una gran cantidad de heridos, el Hospital Europeo presenta muchas camas vacías. Similar situación se observa en el Hospital Nasser en Khan Yunis, y particularmente en el hospital privado Al Amal, que tiene únicamente 5 camas ocupadas de un total de 150.

No escribo esto con la intención de restar valor a las vidas perdidas del lado palestino; lamentablemente personas inocentes han muerto como resultado de esta guerra y eso no lo tomo a la ligera. Tampoco es mi intención decir que 500 muertos es una cifra aceptable ó que 1.300 no lo es. Nada más lejos de mi corazón. Lo hago con la intención de que quienes me leen se puedan enterar de una realidad que las agencias noticiosas se empecinan en esconder o incluso tergiversar. Estas revelaciones, por supuesto, no van a recibir la difusión que sí recibieron las cifras infladas de Hamas, repetidas a los cuatro vientos – sin verificación previa – por la Cruz Roja Internacional y por la ONU.

Es imperativo hacer especial mención a la actitud de absoluto desprecio a la vida de los propios palestinos demostrada por la gente de Hamas. Cremonesi reporta haber entrevistado palestinos que confirmaron, entre otras cosas, lo siguiente:

1. Que los terroristas de Hamas tomaban por la fuerza casas habitadas para usarlas como plataformas de lanzamiento de sus cohetes, no permitiéndoles a sus habitantes salir de ellas, a sabiendas de que los soldados israelíes devolverían el fuego de donde lo recibieran. La intención, según lo relató al periodista el Sr. Abu Issa, de 42 años, residente del barrio de Tel Awa, era provocar las muertes de civiles para poder culpar a los israelíes de crímenes de guerra.

2. Que hospitales, escuelas e instalaciones de la ONU en Gaza fueron utilizadas como plataformas de lanzamiento de los cohetes de Hamas, con las intenciones ya apuntadas.

3. Que los terroristas de Hamas obligaban al personal paramédico de emergencias a entregar sus uniformes, y utilizaban las ambulancias para transportar personal armado, pudiendo así escabullirse de los soldados israelíes.

Antes de lanzar la operación Plomo Fundido, Israel soportó ocho años de ataques con cohetes desde Gaza, al tiempo que mantenía conversaciones con la Autoridad Nacional Palestina en busca de un cese al fuego como primer paso, y de una paz verdadera y permanente como meta de largo plazo. Ocho años, centenares de muertos, y miles de heridos después, la ansiada paz nunca llegó. Ante el fracaso del diálogo, a Israel no le quedó otra opción que la militar. Lamentablemente, y como lo dije en mi anterior artículo, la guerra no es bonita y produce muerte. Pero esta fue una guerra buscada por Hamas, organización cuyo objetivo declarado es la aniquilación del Estado de Israel y de los judíos en todo el mundo. Organización de la que, si no respeta la vida de su propia gente, no podemos esperar nada mejor con respecto a los “infieles”.

Hace más de 60 años, cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial y el mundo conoció la magnitud del Holocausto perpetrado por la barbarie nazi, el pueblo judío hizo un juramento muy sencillo: Nunca jamás. Después de ocho años de recibir cohetes asesinos desde Gaza, a Israel no le quedó más alternativa que decir ¡Suficiente! El ejército israelí puede cometer errores, pero es más cuidadoso que cualquier otro cuando se trata de evitar muertes de civiles. Como lo reportó la prensa incluso en Costa Rica, Israel avisaba mediante llamadas telefónicas y lanzando panfletos desde el aire cuando iba a atacar una zona en particular, para dar oportunidad a los inocentes de salir de la zona de peligro. Hamas aprovechó esa información para forzar a los civiles a quedarse. Esa era la estrategia de Hamas, y por Dios que les funcionó a las mil maravillas. Hoy los terroristas de Hamas son los pobrecitos, y el país que actuó en legítima defensa de sus ciudadanos es el agresor.

Los medios de comunicación, la Cruz Roja, y Ban Ki Moon nos deben muchas explicaciones. Mi consejo: compren un sofá bien cómodo, para que no esperen las explicaciones de pie.

© Eliécer Feinzaig

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enero 19, 2009

Ya fue suficiente

El artículo que transcribo a continuación fue escrito por un columnista independiente de Irlanda, llamado Ian O´Doherty. El original puede ser encontrado haciendo click aquí. Hay una única razón por la que lo transcribo, y lo hago en su original en inglés: no tiene desperdicio; lo suscribo en un 100%. EF.

Why the Israeli people have finally had enough
By Ian O'Doherty

So, it's genocide now, is it? Or is it actually another holocaust, something which one typically restrained Palestinian analyst described as "worse than Hitler's war against the Jews"?

Are we watching the ethnic cleansing of an entire people? Are we witnessing the deliberate eradication of a race?

Well, no actually, we're not.

Yet the conventional dinner party wisdom which we've had to put up with in the media, both here in Ireland and generally across Britain, is that somehow Israel is the aggressor in the rapidly worsening situation in Gaza.

Footage of air strikes with the ensuing photogenic explosions and dramatic plumes of smoke, quickly followed by clips of collapsed buildings and enraged mourners, makes far better copy than actually looking at the reasons why Israel has done what it's done.

Anyone who devotes only a cursory glance at the news, both print and television, would be forgiven for thinking that, out of spite, might and malice, Israel has decided to destroy the Palestinian people.

The prob lem with that conclusion -- and it's not something you're going to learn from the BBC and most other outlets -- is that, contrary to the currently popular belief, Israel is actually acting with a ridiculous degree of restraint.

Over the last couple of years, thousands of rockets have been landing on Israeli soil and, finally, they have had enough.

But behind that statistic there is a human dimension which tends to be rather ignored.

I know many people in the southern Israeli town of Sderot and what is remarkable about their stories is not the number or make of rockets which have fallen on them on a daily basis for years, but the psychological carnage this wreaked upon them.

One woman freely admitted to me that she hasn't had a proper night's sleep in more than two years as she and her family now basically live in their bomb shelter and it's hard to tell who she hates more -- the Muslim terrorists of Hamas or the Israeli government which she thinks has abandoned them.

It's a common feeling amongst residents of southern Israeli towns who have been the silent victims of a long campaign of violence, intimidation and murder carried out by Hamas. And now, finally, that the Israelis have said that enough is enough, they are somehow meant to be the aggressors?

There are people of good conscience on both sides of this argument, but one of the main problems in this debate lies in the cowardly tendency of the Western media to apply equivalence to both sides.

Thus, Hamas is seen to be as legitimate a government as the Israelis, and its rocket attacks across the border from Gaza are seen as being part of a yet another, intractable, interminable Middle Eastern dispute.

There's just one problem with that approach -- i t's completely wrong.

Hamas is a fundamentalist Islamic organisation intent on the eradication of the state of Israel and all its citizens; a violent fascist regime that allows honour killings and the execution of homosexuals to continue in its sphere of influence. Bankrolled by Iran, it manages to make even Hezbollah look like a moderate organisation.

But Hamas is clever.

As a friend of mine from Sderot pointed out, one of its favourite tactics is to launch Qassams from Palestinian schoolyards -- while the schools are still in session.

Hamas does this, you see, knowing that the IDF can't immediately strike back (they can vector a rocket launch site within 90 seconds) because the last thing the Israelis need is footage of a devastated Palestinian school with dead kids.

And, over the last week, we have seen carefully manipulated footage of dead civilians, with the fact that they were effectively used as human shields conveniently ignored. When Israel pulled out of Gaza -- ironically, the last battalion of IDF troops to leave Gaza contained some people from Sderot -- they were acceding to international and internal pressure. The doves on the Left said it was to prove to Palestinians that they wanted to give Palestinians independence, the hawks on the Right -- and there are some truly scary right-wingers in Israel, even as ardent a supporter of the country as I am will freely admit that -- prophesied that it would lead to carnage.

And, lo and behold, virtually as soon as the last jeep left Gaza the rockets started. And then the blockade began, and the whole damn mess started all over again.

But there's a bigger picture here, something which Israelis have been trying to broadcast to the world, but which, thanks to their spectacular inability to accurately and sympathetically portray their point of view, has not been properly transmitted. It's this -- Israel is the front line of the war between democracy and Islamic fascism.

Would you rather live in a society with a free press, equal rights for women -- and anyone who knows an Israeli woman will know that they're not easily suppressed, anyway -- equal rights for gay people and a proud and stubborn belief in the right of the individual to lead their life in the way that they see fit or would you rather exist in a society where women who dare to speak their mind are executed, where gay people are not just shunned but murdered and where having a dissenting thought marks you out for death?

The civilian deaths in Gaza are to be mourned, and anyone who says otherwise is reprehensible. But in a sick and twisted irony, they are mourned more by Israelis than by Hamas, who know that every dead Palestinian kid is worth another piece of propaganda.

Here in the West, where we share the same values as Israel, we need to start standing shoulder with this tiny oasis of democracy in a vast desert of savagery.

To do otherwise is moral cowardice of the most repugnant kind.

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enero 16, 2009

La guerra nunca es bonita

La guerra nunca es bonita. Menos en el siglo XXI, cuando podemos ver por televisión las imágenes en vivo, en directo, y sin editar - con suficiente sangre y escombros para satisfacer los gustos más macabros - 24 horas al día y en cualquier idioma.

La actual operación israelí en la franja de Gaza debe de ser analizada en su contexto global, sin dejarnos llevar por las emociones que indudablemente nos provocan las imágenes que las cadenas de televisión deciden transmitirnos. Desde hace unos quince años los palestinos cuentan con autonomía para manejar y decidir sobre sus asuntos del día a día, tanto en los territorios de Judea y Samaria (Cisjordania) como de Gaza. Más aún, hace más de tres años que Israel se retiró de manera unilateral de Gaza, terminando con 38 años de presencia militar en dicho territorio.

Con la firma de los primeros acuerdos de paz entre Israel y los palestinos en 1993, el mundo occidental asistió a la conversión en “hombre de paz” de Yasser Arafat, el legendario líder de la organización terrorista OLP. Por supuesto, después de más de tres décadas de actividad terrorista y varios miles de vidas judías segadas en su haber, el haber estampado su firma en un acuerdo de paz que nunca respetó lo hacía merecedor de un Premio Nobel de la Paz, que le fue otorgado en 1994. Mientras esta hazaña publicitaria sucedía, Arafat fortalecía a diversos movimientos terroristas hacia los cuales desviaba las armas que Europa y el mundo árabe le enviaban para organizar una policía civil. Al mismo tiempo Arafat se convertía - siempre a los ojos de Occidente - en “estadista”, a la vez que desviaba cientos de millones de dólares de ayuda humanitaria a sus cuentas privadas, dejando a su muerte una fortuna cuyo monto nunca ha sido divulgado, pero que la revista Forbes llegó a estimar en $300 millones. Al Jazeera, la cadena de televisión qatarí, tan simpatizante con el nacionalismo palestino, reportó en el 2004 que Arafat poseía hoteles en España, Italia, Francia, Suiza y Austria, que era un accionista importante en las compañías privadas de telefonía celular que operaban en Túnez y Argelia, entre otras inversiones. Algunos llegaron a estimar su fortuna en más de mil millones de dólares.

Tras la muerte de Arafat, sus sucesores políticos vinieron a encontrarse con un Estado en bancarrota, sin los recursos ni las instituciones necesarias para un buen gobierno, y una miríada de organizaciones paramilitares con poderes superiores a los de la policía civil. Esto provocó que las divisiones internas de los palestinos fueran más profundas que nunca antes. Israel se retiró unilateralmente de la Franja de Gaza en agosto del 2005. Poco tiempo después, en el 2007, sucedió lo que era de esperar: Hamas, una de esas organizaciones terroristas favorecida por la generosidad del Nobel de la Paz, tomó por la fuerza el poder en Gaza, creando para efectos prácticos dos entidades separadas: Cisjordania, gobernada por Al Fatah, y Gaza, controlada ahora Hamas.

Durante años, Hamas ha aprovechado su posición en Gaza para lanzar casi a diario misiles hacia el sur de Israel, donde cerca de un millón de sus ciudadanos residen en el área de impacto de los cohetes terroristas. De hecho, en los tres años y cuatro meses transcurridos desde que Israel se retiró de Gaza, los terroristas palestinos han disparado más de 6.500 cohetes hacia Israel, prácticamente sin que los medios de comunicación colectiva tomen nota. Sólo en el 2008 fueron disparados más de 3.200 cohetes desde Gaza. Una vez que el cohete es detectado en el aire y es activada la alarma, los ciudadanos israelíes tienen 15 segundos para buscar refugio. A lo largo de los años, los heridos se cuentan en los miles y los muertos en las decenas. Estos cohetes nunca han estado dirigidos a instalaciones militares.

Israel es el único país del mundo que tolera semejante amenaza durante casi ocho años, y también es el único país al que el mundo exige no defender a sus ciudadanos de semejante agresión. Ya quisiera ver yo a Sarkozy, que anda tan activo buscando el cese al fuego en el conflicto actual, mostrando la cautela y la mesura que ha mostrado Israel a lo largo de todo este tiempo si un país vecino – digamos para efectos del ejemplo Alemania – empezara a disparar misiles hacia una ciudad francesa cercana – digamos Estrasburgo. La doble moral para evaluar las acciones israelíes es, lamentablemente, la norma y no la excepción.

Hace seis meses se logró negociar, con la intermediación de Egipto, un cese al fuego entre Israel y Gaza que brindó cuatro meses de relativa calma en la frontera común. En las últimas seis semanas de la tregua pactada, Hamas volvió a sus correrías, y los ciudadanos israelíes regresaron a los refugios. Cuando la tregua acordada caducó el 19 de diciembre, Hamas manifestó de la manera más clara posible - con palabras y con misiles - su intención de no renovarla. En la semana que transcurrió desde el término de la tregua hasta el inicio de la operación militar israelí, fueron disparados alrededor de 200 cohetes desde Gaza hacia el sur de Israel. Lo que ha sucedido desde entonces es la triste pero predecible secuencia de eventos que dicta la macabra lógica de la guerra.

Habiendo tenido los palestinos todos estos años para gobernarse a su gusto, llama poderosamente la atención que sin haber regresado a sus bases los aviones israelíes en su primera misión el 28 de diciembre, ya los supuestos 'moderados' entre los palestinos, como Hanan Ashrawi - ex Ministra y compinche de Arafat - habían inundado la pantalla de la televisión asegurando que la causa y la culpa de todo cuanto sucede en el Medio Oriente es de la ocupación israelí. Nadie pareció notar, al menos no en los medios de comunicación, que hace más de tres años que cesó esa ocupación en Gaza, y que los palestinos, en vez de dedicarse a trabajar para progresar, han seguido atacando a Israel en cada oportunidad que han tenido.

De igual manera, decenas de organizaciones “humanitarias” y de “derechos humanos” – de esas que NUNCA han clamado por los derechos de los israelíes que a diario y hasta en épocas de tregua deben de convivir y morir con los cohetes y los ataques suicidas palestinos – condenan al unísono la acción militar israelí sin siquiera detenerse a analizar las “pequeñas diferencias”: mientras que Hamas busca matar la mayor cantidad de civiles posible, Israel intenta atacar objetivos militares y procura minimizar el número de víctimas civiles. Esto último no siempre es posible, por la costumbre terrorista de Hamas, al igual que Hezbolá, de enclavar sus instalaciones en zonas residenciales justamente para proveerse de un escudo humano. Algo que curiosamente si han reportado varias agencias noticiosas es el hecho de que en la actual incursión el Ejército de Israel se ha tomado la molestia de llamar a civiles palestinos para informarles que en su zona habrá un ataque, dándoles tiempo de alertar a sus vecinos para que tomen los recaudos necesarios, y renunciando al elemento sorpresa tan importante en toda acción militar.

Esta es la triste realidad del pueblo palestino: secuestrado por un liderazgo terrorista sin ninguna inclinación ni preparación para hacerle frente a las obligaciones de la administración civil, y más interesado en echarle las culpas de sus propios errores a una ocupación hace rato inexistente, que en ponerse a gobernar para resolver los problemas de su pueblo. Como lo dijera Golda Meir hace ya varias décadas: la paz no será alcanzable mientras los árabes odien más a los israelíes de lo que aman a sus propios hijos. Esta vez no es la excepción.

© Eliécer Feinzaig

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