junio 24, 2011

Una vergüenza para Costa Rica

No señores, no les voy a hablar de futbol. Hace pocos meses Costa Rica alcanzó un puesto en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de las Naciones Unidas. Los ciudadanos tenemos derecho a saber cuál era el objetivo perseguido al buscar la nominación, y cuáles son los resultados de la gestión. Si por la víspera se saca el día, no son buenos los augurios.

Recuerdo una entrevista que realizaron en ADN Radio al Embajador de Costa Rica ante la ONU, don Eduardo Ulibarri, cuando se logró la elección del país al citado Consejo. En medio de la algarabía, el periodista le preguntó cuál era la agenda de Costa Rica para el Consejo de Derechos Humanos. La respuesta me sorprendió, y fue más o menos así: no se, eso le toca definirlo a la misión en Ginebra, que es donde tiene su sede el CDH. Y yo que creía que cuando uno salía a pedir votos, sobre todo para ocupar un puesto tan importante en el máximo organismo internacional, lo hacía con base en los principios que la representación del país pretendía aplicar en su gestión. Pero, bueno, no vamos a culpar don Eduardo de que yo sea tan ingenuo.

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abril 10, 2011

¿Qué va a decir el mundo esta vez?

Al ritmo de entre 50 y 60 misiles y cohetes disparados diariamente desde Gaza hacia Israel desde el jueves pasado, la organización terrorista Hamas pretende hacer al mundo creer que ha declarado un cese el fuego unilateral. Pide además, mediante el Observador Permanente de Palestina ante la ONU, que el Consejo de Seguridad intervenga para “impedir el asesinato de civiles inocentes”, y denuncia el uso de “fuerza indiscriminada y excesiva” por parte de Israel contra los pobrecitos terroristas.

Hace casi un mes los terroristas palestinos decidieron incrementar sus actividades. Cuando en la noche del 11 de marzo un par de desalmados ingresaron cerca de la medianoche a la casa de la familia Fogel, que dormía en su día sagrado de descanso, degollando y apuñalando a padre, madre, una bebé de 2 meses, y otros dos niños menores de 11 años, y dejando de paso huérfanos a otros tres niños más, todos menores de 12, la inmensa mayoría de los medios internacionales de comunicación colectiva omitieron mención alguna al atentado sino hasta tres días después, cuando pudieron ligarlo a la represalia tomada por el ejército israelí. Los titulares de entonces resaltaron la acción militar israelí, escondiendo en el fondo de los reportajes apenas una mención pasajera al sangriento atentado, como si las víctimas judías del terrorismo no merecieran la atención y la conmiseración humana.

A este atentado le siguieron otros más, y la nota predominante en los reportajes de la prensa fue el cinismo. Una bomba estalló en una parada de buses en Jerusalén, matando a una pobre mujer que – sus restos quemados más allá de toda posibilidad de reconocimiento físico – cuando pudo ser finalmente identificada, resultó ser una misionera cristiana estadounidense, otro hecho que tampoco fue notificado a la opinión pública mundial, no vaya a ser que esta se volcara en contra de los terroristas que se supone solo matan judíos.

Este jueves que recién pasó, un bus escolar (amarillo) israelí fue impactado por un misil anti-tanque disparado desde Gaza, dejando en estado crítico a un muchacho de 16 años. Para la mala suerte de los terroristas, ese día el tránsito estaba fluido, razón por la cual unos 30 niños se habían bajado del autobús apenas un par de minutos antes del atentado. Este cobarde ataque fue seguido del disparo en las siguientes dos horas de unos 50 cohetes desde Gaza, revelando una acción coordinada de las fuerzas terroristas. El viernes, y nuevamente ayer sábado, fueron disparados entre 50 y 60 cohetes cada día desde Gaza hacia Israel, dirigidos todos sin excepción hacia objetivos civiles: ciudades, pueblos, fincas agropecuarias, escuelas, etc. En estos momentos, un millón de ciudadanos israelíes han recibido la orden de no alejarse de los refugios antiaéreos ya que, dada la corta distancia, una vez que los cohetes son detectados en el aire, cuentan con entre 15 y 45 segundos para resguardarse antes de la explosión.

En el año 2008 fueron lanzados desde Gaza 2048 cohetes y 1668 morteros (para un total de 3716 proyectiles, poco más de 10 al día), dando pie a la operación militar denominada Plomo Fundido por parte de Israel. En el año 2010, de relativa calma después de la acción del ejército israelí en Gaza, 150 cohetes y 215 morteros (en promedio un proyectil al día) aterrizaron en Israel. Ya en los primeros tres meses del 2011 la cifra fue de 193 proyectiles, lo cual denota una escalada por parte de los terroristas, y esa cifra ya casi fue superada en los primeros 9 días de abril. Ningún país puede permitir semejante agresión, sobre todo cuando entre el 15% y el 20% de su población está al alcance de los misiles. Es muy probable – tanto como lamentable - que en los próximos días o semanas se desate una guerra total en Gaza.

La última vez que eso pasó, a finales de 2008 y principios de 2009, la maquinaria propagandística del terrorismo palestino – con la aberrante complicidad de los medios de comunicación y de las Naciones Unidas – logró una victoria incuestionable. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, liderado entonces por la Libia de aquel dechado de virtudes democráticas y humanitarias hoy de todos conocido, el Coronel Muamar Gadafi, ordenó la creación de un comité que investigara y reportara sobre las acciones “criminales” del Ejército de Defensa de Israel. Dicho comité fue liderado por el jurista surafricano Richard Goldstone – la epítome de la estupidez útil, si alguna vez la hubo – que no dudó en validar las mentiras que el movimiento terrorista Hamás le sirvió en bandeja, emitiendo el infame y hoy desacreditado Informe Goldstone, en el cual Israel fue acusado de cometer crímenes contra la humanidad, de atacar de manera inmisericorde a las poblaciones civiles palestinas, y toda clase de atrocidades sin fundamento.

Justo la semana pasada, en un artículo de opinión firmado por él mismo y publicado en el Washington Post, el Juez Goldstone nos hacía una cándida confesión: “Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, el Reporte Goldstone hubiera sido un documento diferente”. Más adelante nos dice que “los alegatos de intencionalidad por parte de Israel se basaron en las muertes y heridas de civiles en situaciones en que nuestra misión no tuvo evidencia de la cual obtener ninguna otra conclusión razonable. Si bien las investigaciones publicadas por las fuerzas militares israelíes y reconocidas por el reporte del comité de la ONU han establecido la validez de algunos incidentes que investigamos en casos que involucraron a soldados individuales, ellas también indican que los civiles no fueron intencionalmente atacados como una cuestión de política”. Por otra parte nos dice: “Que los delitos atribuidos a Hamas fueron intencionales, cae por su propio peso - sus cohetes fueron deliberada e indiscriminadamente dirigidos contra objetivos civiles”.

Hoy se repite la historia. ¿Que va a decir el mundo esta vez?

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febrero 02, 2011

Túnez, Egipto, y el mito de la inestabilidad en el Medio Oriente

La otra noche, viendo la entrevista que le hizo Piers Morgan a Tony Blair en CNN, tuve una revelación casi al nivel de epifanía. La estabilidad en el Medio Oriente no depende de Israel ni de su eventual pero elusiva paz con los palestinos.  En realidad no es que no lo supiera, sino que nunca antes lo había podido articular con tanta claridad. La paz y la estabilidad en el Medio Oriente dependen de dar libertad, prosperidad, y sobre todo esperanza a los pueblos oprimidos de las veintitantas naciones árabes que cuentan con dictaduras seculares, dictaduras teocráticas, dictaduras militares, príncipes feudales y/o toda clase de regímenes políticos abominables.

Ante las preguntas de Morgan, Tony Blair – ex Primer Ministro británico y actual “Enviado de Paz” para el Oriente Medio del cuarteto compuesto por Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia – insistía de manera fútil en la necesidad de alcanzar un acuerdo de paz entre Israel y Palestina para lograr la tan ansiada estabilidad en toda la región.  No hacía más que repetir el mantra que durante 20 años de negociaciones desde Oslo ha estado vendiendo al mundo el “establishment” políticamente correcto de las organizaciones internacionales, Europa y Estados Unidos: el día que haya paz entre israelíes y palestinos, habrá estabilidad en todo el Medio Oriente.  Ó, alternativamente, la herida abierta del conflicto palestino-israelí es la principal fuente de inestabilidad en la región.  Más o menos como la soberana estupidez que nos vendió George Bush hijo cuando derrocó a Saddam Hussein para permitir que florecieran la democracia y la estabilidad en Irak, y por contagio, en el resto del mundo árabe.


Confieso que las manifestaciones de los últimos ocho días en Egipto me han mantenido más interesado y pegado a la pantalla (alternativamente del computador o del televisor) que la ahora famosa revolución del jazmín de Túnez unos días antes.  Y si algo me ha llamado la atención es ver a un pueblo egipcio relativamente educado (comparado con algunos de sus vecinos árabes) demandando el final de la dictadura, e implorando libertad, reformas políticas y económicas, y esperanza de un futuro mejor.  Al igual que en Túnez y lo que he podido ver de las manifestaciones en Jordania, el pueblo egipcio está exigiendo cuentas a sus líderes, demandando mejoras tangibles en su calidad de vida, y manifestando su hastío con un régimen cleptocrático y anquilosado que lo tiene sumido – al pueblo soberano – en la más mísera desesperanza.

Lo que nadie – NADIE – está pidiendo en estas manifestaciones populares que se han propagado por el Oriente Medio como un virus informático, es la solución del “problema palestino” para devolverse a sus casas, trabajos y escuelas.  Los pueblos oprimidos de estos países están reclamando sus derechos, y la condición que ponen para que todo vuelva a la normalidad es el cambio de régimen, con la esperanza de llegar a ver un nuevo amanecer y con él, un día mejor. No quiero con esto decir que la “calle árabe” no se preocupe por la suerte de sus hermanos palestinos.  Tampoco quiero insinuar que la paz entre israelíes y palestinos no sea necesaria ni que las negociaciones entre ellos deban cesar. Simplemente rescato el hecho de que Israel NO es el responsable de la inestabilidad en el Medio Oriente, ni lo es tampoco su trato hacia el pueblo palestino – cuestionable o no, imaginario o real; malo, bueno o indiferente.

No podemos ignorar que cuando los “líderes políticos” de Occidente repiten hasta el cansancio la cantaleta de la inestabilidad meso-oriental como producto del conflicto palestino-israelí, lo que en realidad están diciendo es que es responsabilidad casi exclusiva de Israel poner fin al diferendo. En privado todos reconocen que del lado palestino no existe un interlocutor serio y confiable para la paz, por lo que exigen de Israel que entregue territorios, no construya casas en los que vaya a mantener, retire los controles de carretera y demás obstáculos que ha erigido para impedir de manera efectiva los otrora constantes ataques terroristas y, en general, que acate todas las ocurrencias de la dirigencia palestina por más irracionales que estas resulten.

Si el mundo quiere ver prosperar las negociaciones de paz, es necesario derribar el mito de su centralidad en la vida del ciudadano árabe común y corriente. Es hora de reconocer que una región dominada por retrógradas, tiranos, ladrones y dictadores no va a ver la ansiada estabilidad hasta tanto no se de un cambio profundo en dichas sociedades, como el que podría sobrevenir en Egipto a raíz de esta revuelta callejera. Y digo podría, porque nunca se sabe quién vendrá a llenar el vacío de poder una vez que caiga don Hosni Mubarak.

Vientos de cambio soplan en el mundo árabe. En Occidente deberíamos de detenernos a oler los nuevos aromas que emanan de esa región, y empezar a actuar consecuentemente.  No es culpando a la única democracia de todos los problemas de esa convulsa región que vamos a lograr resolver el conflicto.

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