No señores, no les voy a hablar de futbol. Hace pocos meses Costa Rica alcanzó un puesto en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de las Naciones Unidas. Los ciudadanos tenemos derecho a saber cuál era el objetivo perseguido al buscar la nominación, y cuáles son los resultados de la gestión. Si por la víspera se saca el día, no son buenos los augurios.
Recuerdo una entrevista que realizaron en ADN Radio al Embajador de Costa Rica ante la ONU, don Eduardo Ulibarri, cuando se logró la elección del país al citado Consejo. En medio de la algarabía, el periodista le preguntó cuál era la agenda de Costa Rica para el Consejo de Derechos Humanos. La respuesta me sorprendió, y fue más o menos así: no se, eso le toca definirlo a la misión en Ginebra, que es donde tiene su sede el CDH. Y yo que creía que cuando uno salía a pedir votos, sobre todo para ocupar un puesto tan importante en el máximo organismo internacional, lo hacía con base en los principios que la representación del país pretendía aplicar en su gestión. Pero, bueno, no vamos a culpar don Eduardo de que yo sea tan ingenuo.
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