Anoche descendí hasta las entrañas del infierno. Las ánimas en pena se burlaban de mi, en un coro macabro de voces estridentes que subían hasta el paraíso que es mi cama. La temperatura de mi cuerpo llegaba al punto de ebullición; la temperatura ambiente parecía oscilar entre un frío desgraciado que me hacía temblar sin control, y un calor sofocante que me ponía a sudar a cántaros. Dos pastillas de ClariGrip y media hora más tarde, había regresado al purgatorio que es la vida cuando me coge la quiebra-huesos.
6 comentarios:
A mí me gustaba ver las lucecitas de colores de cuando la calentura me llegaba a todo.
Un traguito de ginebra con leche tibia y zaz! al paraíso que visualizan los musulmanes: con once mil vírgenes desnudas que no descansarán hasta bajarte la "calentura". Un cielo bastante sexista, pero igualmente placentero.//Ojalá que te recuperes pronto, suerte.
Sole, hablás de calentura en sudaca o en tico? Porque si llegué a ver lucecitas de colores, pero no fue exactamente placentero.
Yuré, en el estado en que estaba ni once mil vírgenes me hubieran levantado (en todos los sentidos) jejeje. Muchas gracias por los buenos deseos.
cómo? en la otra también se ven lucecitas de colores? ME HAN ESTAFADO!
Recuerdo un delirio de fiebre en el que enormes lápices volaban sobre la cama... tendría unos 7 años, de seguro, ya la escuela me traumatizaba. ¿Será?
¿Habrán sido lápices mutantes? ¿Qué clase de trauma a los 7 años?
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